La proporción de jóvenes universitarios entre 18 y 24 años que pertenecen a los sectores de menores ingresos socioeconómicos del país se triplicó en los últimos 30 años, impulsado fundamentalmente por la creación de nuevas universidades en el Conurbano bonaerense.

El informe elaborado por el Laboratorio de Políticas Educativas (LPE) de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) determinó, además, que hubo un aumento moderado de la proporción de estudiantes provenientes de los hogares de ingresos medios y un aumento leve de los estudiantes de mayores recursos económicos.

De esta manera, el estudio reveló que en la actualidad la composición social de la matrícula según quintiles de ingresos muestra una relativa paridad entre los diferentes estratos sociales sin precedentes en la historia de la educación superior argentina.

Esto implica que el gasto educativo actual no tiene un componente regresivo, es decir que las familias de menores ingresos han dejado de sostener con sus impuestos los estudios superiores de los sectores medios y altos.

El estudio examinó comparativamente la participación de los jóvenes provenientes de hogares de ingresos bajos, medios y altos en el sistema universitario nacional entre 1996 y 2023.

Para ello, se utilizaron datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y del Anuario Estadístico publicado por la Secretaría de Políticas Universitarias del ex Ministerio de Educación de La Nación.

La proporción de jóvenes de 18 a 24 años pertenecientes a los hogares más pobres (Quintil 1) que asiste a la universidad prácticamente se triplicó en el periodo analizado, creciendo de apenas el 8,3% en 1996 al 21,2% en 2023. Asimismo se triplicó el porcentaje de jóvenes del segundo quintil de menores ingresos (Quintil 2), trepando del 12,9% al 34%.

Mientras que la cantidad de jóvenes universitarios de ingresos medios (Quintil 3) también creció, aunque a un ritmo más moderado, pasando del 25,6% en 1996 al 37,2% en 2023, la proporción de jóvenes de altos ingresos familiares aumentó levemente al pasar del 37,2% al 43% (Quintil 4), y del 49,4% al 52,7% (Quintil 5).

Las diferentes dinámicas de estas trayectorias educativas modificaron la composición social de la matrícula universitaria. Así, la participación en la matrícula de la población perteneciente al 40% de los hogares de menores ingresos (Quintil 1 y Quintil 2) se duplicó en el periodo analizado, pasando de representar el 18% de los estudiantes universitarios en el año 1996 al 41,9% en el 2023.

El crecimiento más pronunciado se observa entre los jóvenes de hogares más pobres (Quintil 1), cuya participación en el análisis punta a punta del periodo creció un 150%, trepando del 7,3% de quienes afirman cursar estudios universitarios en 1996 al 18,4% en 2023.

La proporción de estudiantes de familias pertenecientes al segundo quintil de menores ingresos (Quintil 2), por su parte, también experimentó un crecimiento significativo del 120%, pasando del 10,7% al 23,5%, mientras que la participación de los jóvenes de ingresos medios (Quintil 3) se mantuvo sin cambios en torno al 20% de los estudiantes universitarios.

En tanto, la proporción de jóvenes estudiantes provenientes de familias de altos ingresos (Quintil 4 y Quintil 5), que en 1996 representaban el 61% de la matrícula universitaria declarada en la EPH, descendió hasta llegar en la actualidad al 37,3% (20,3% y 17%, respectivamente).

La dinámica de estas trayectorias educativas es independiente de la evolución del nivel de pobreza en nuestro país. Durante los años analizados en el informe tuvieron lugar períodos de marcado incremento de la pobreza (1999-2002 y 2018-2020), periodos de leve aumento (2021-2023), de relativa estabilidad (1996-2000 y 2014-2017) y periodos de sistemática disminución (2003-2013).

No obstante, la tendencia de expansión de la matrícula universitaria—y dentro de ella, de la proporción correspondiente a los estudiantes de menores ingresos—muestra un crecimiento constante cuya dinámica está relacionada con el ciclo político, o la decisión del gobierno nacional de crear nuevas universidades en regiones con poblaciones no favorecidas durante la tercera ola de expansión del sistema (2007-2015), principalmente en el Conurbano bonaerense, en un contexto de ciclo económico expansivo.

Si bien los datos disponibles en la EPH no permiten establecer la universidad a la que asisten quienes declaran ser estudiantes, la evidencia empírica demuestra que las universidades nacionales ubicadas en la región del Conurbano bonaerense, y en particular algunas de reciente creación, registran una proporción significativamente mayor de estudiantes pertenecientes a familias de bajos ingresos económicos que el resto de las universidades.

La información sobre el nivel educativo de los progenitores suministrada en los Anuarios Estadísticos indica que la composición de la matrícula de las universidades del Conurbano contiene una porción sensiblemente mayor de primeros estudiantes universitarios como así también de estudiantes cuyos padres y madres solo alcanzaron a finalizar la escuela primaria y/o no lograron terminar la secundaria.

La creación de universidades modifica el cálculo de los adultos respecto al costo de oportunidad que representa continuar sus estudios al finalizar la escuela secundaria.

La cercanía geográfica de las personas en relación a las instituciones de formación superior, por ejemplo, reduce costos personales directos (transporte) e indirectos (tiempo) posibilitando la dedicación a tareas domésticas y mayor amplitud laboral.

Como ejemplo ilustrativo, un habitante de Hurlingham que reside en el área cercana a la Municipalidad del distrito y estudia la licenciatura en enfermería en la Universidad de Buenos Aires, necesita alrededor de 1 hora y 20 minutos para llegar a la Facultad de Medicina (si estudia en la Universidad Nacional de La Matanza, le insume aproximadamente 1 hora) y gasta, a precios del transporte público de Junio 2024, $1.600 diarios.

Si estudia la misma carrera en la Universidad Nacional de Hurlingham, debe viajar apenas 15 minutos en colectivo o 10 minutos en bicicleta. A lo largo de un mes, el ahorro en tiempo y dinero es de 32 horas y $16.000, respectivamente.

Accedé al informe completo en este link LPE – Informe 3 – La participación de los sectores de bajos ingresos en el sistema universitario nacional