La Universidad organizó una clase con el filósofo Darío Sztajnszrajber. En esta ocasión, el encuentro estuvo mediado por una plataforma digital, con el fin pensar la cuarentena. La propuesta fue pensar cuáles son las causas y consecuencias del «aislamiento social, preventivo y obligatorio».
¿Qué se pierde con la cuarentena?
Sztajnszrajber inició la clase planteando que la noción de pérdida o de imposibilidad de determinadas prácticas sociales genera un efecto de incertidumbre y angustia. Como correlato, puede surgir el nihilismo, ante la imposibilidad de visualizar el fin de la cuarentena. Sztajnszrajber valora el nihilismo como militancia: «Frente a los que creen que se puede creer en algo, yo prefiero deconstruir esa creencia y no creer en nada de lo que me dicen que hay que creer».
La revolución del tiempo
Sztajnszrajber citó una frase del filósofo Giorgio Agamben: «Toda revolución no puede empezar sino en una revolución del tiempo». A partir de allí reflexionó sobre cómo se transformó la vida cotidiana durante la cuarentena. «El tiempo nos constituye, nos construye» sostuvo el filósofo. A su vez, planteó que ha habido una desarticulación del tiempo productivo.
Sztajnszrajber retomó una de las formas que tenían los griegos de considerar al tiempo. Para ello habló del dios griego «kairos» y que se traduce en «tiempo como oportunidad».
«Yo creo que ya estábamos confinados»
Con esa frase, Sztajnszrajber abrió otro eje de debate, para reflexionar sobre los aspectos del disciplinamiento social ya existente. «¿No era el otro siempre agente de contagio?», dijo Sztajnszrajber. También consideró que la reacción frente a la cuarentena es consecuencia de la biopolítica y la efectividad de sus dispositivos.
Por último, Sztajnszrajber reflexionó sobre las consecuencias de la cuarentena, en torno a qué es lo que va a perdurar. A su vez, cuestionó las narrativas que se eligieron, que dan cuenta de la militarización del discurso inmunológico, como por ejemplo las que plantean la «guerra contra el virus».